El artista realizó una original acción en el perímetro del Museo MAR, en ocasión del 250 aniversario del compositor clásico. Mirá las imágenes.
“Dar la vuelta a la manzana” al museo MAR fue, este sábado, una experiencia singular. A la vez, remitió a una situación cotidiana, con su propia sonoridad. El paseo costero, donde naturalmente, voces, andares y automóviles, proveen un espontáneo paisaje sonoro, en todo su recorrido.
Por una iniciativa del artista Martín Virgili, encargada por el Museo MAR, este sábado se combinaron la postal marplatense y el exquisito sonido de las composiciones de Ludwin Van Beethoven, a 250 años de su nacimiento.
Así, en 32 autos estacionados a una distancia equidistante, sobre las cuatro calles de la manzana que ocupa el museo, se reprodujeron sonatas del catálogo de Beethoven, de la Nº 1, en adelante.
En una acción simultánea, quienes se acercaron al lugar y realizaron el recorrido, pudieron escuchar, a su paso, en orden, las composiciones, en orden.
“En nuestra ciudad, el espacio sonoro público es un espacio en tensión y construcción, sobre todo en la rambla, en un tramo móvil que va desde la Playa Varese (y el Paseo Jesús Galindez) hasta la Avenida Constitución. En esa extensión, los ciudadanos y ciudadanas estacionan sus autos y demarcan con una música-sonido un espacio determinado que también llenan con sus cuerpos. Una ‘burbuja territorial y sonora’ pero sin confines claros.
Yuxtapuestos, los grupos se van ubicando uno al lado del otro, construyendo un campo sonoro enlazado de géneros y sonoridades independientes. Resulta muy atractivo atravesar esos espacios virtuales, de gestos, teatralidades y musicalidades parciales. Esa trama nos informa sonoramente de nuestra comunidad. Es una emanación no meditada de como el sonido genera relaciones sociales, a la vez que describe rasgos identitarios contemporáneos. Y es precisamente sobre este comportamiento cotidiano del sonido que opera la acción sonoro beethoveniana” detalló el autor de esta singular obra. Y agregó que, además se pudo disfrutar de la relación “entre el paseo, la música y la escucha”.
Las obras que se reprodujeron forman parte del corpus musical más significativo de la obra de Beethoven. Pero la acción no se limitó al paseo musical, sino que se integró con la arquitectura del edificio (la estructura, los ventanales, la plaza seca, la paradigmática obra del lobo marino de Marta Minujín), los sonidos naturales y habituales del espacio público (el mar, el tránsito, las conversaciones) y las sonatas para piano.